sábado, 14 de marzo de 2015



LAS CONFESIONES DE UN DIRECTOR DE ESCENA.
Por José Milián.
A propósito del estreno de #LatomaTeatroEstudio45aniversario por @PEQUENOTEATRO89


Sí, claro que estoy trabajando con jóvenes.  Siempre lo he hecho.  Cuando estrené la obra en 1970, todos eran jóvenes y yo también. Siempre he pensado que aunque un tanto inexpertos, hay algo virgen y espontáneo que se puede aprovechar para representar mis personajes. También debo recordar que la juventud es siempre osada y eso tiene mucho que ver con mi teatro. Quizás esa osadía me acarreó no pocos problemas, pero es parte de la formación y de la experiencia que vamos acumulando.
Bueno, en el año 70 la obra fue todo un suceso, yo pienso que se conjugaron muchos factores, hasta algunos más allá de lo artístico, pero han pasado 45 años.  Yo he madurado y estamos en otra época. No pretendo reconstruir el pasado, lo pasado ya está guardado en la memoria. He tratado de salvar de la obra todo lo que tenga algo que decir en la actualidad, que es bastante. He tratado de rescatar lo que escénicamente conserva valores o fueron hallazgos y también debo decirte que debo ajustarme a las condiciones del espacio que es nuestra sede, o sea el Café Brecht.  Tiene sus virtudes y sus limitaciones.  A mí me gusta la cercanía con el público, allí hemos trabajado por 26 años, pero debo renunciar a la idea del “gran espectáculo” porque esa es la limitante principal del espacio.
No quiero vender mucho de lo que van a ver, quiero que sea una sorpresa. La sorpresa siempre ha sido una de las características de esta obra y creo que de casi todas mis obras. He tratado de que ese elemento no se pierda. Trabajo con los jóvenes en ese sentido.  Todo el tiempo estoy poniendo sus talentos a prueba.  Por ejemplo, los personajes siempre están alejados de ellos, física e intelectualmente, pero ese es el reto para el desarrollo de los mismos.
No me gustan las comparaciones.  Será inevitable que lo hagan los que la presenciaron en el año 70, o los que vieron los re-estrenos de 1990 y 1994, o los que vieron las funciones de mi amiga Mercedes García Ferrer con su grupo, en 1987, pero no dejo que mis actores se prejuicien con las mismas. Trato de que se sientan creadores en su totalidad de la caracterización del personaje, trabajamos con libertad en ese sentido. Porque ellos son de este siglo y tienen su propia visión del personaje.
Cambio lo que tenga que cambiar. Soy el autor y me siento libre de hacerlo. Trabajo con absoluta libertad como director. He tenido que sacrificar algunas escenas, algunos personajes, pero creo que la esencia está y los valores que pudo tener ese texto no se han traicionado. Al menos, yo no me siento traicionado como autor.
Creo que hacer una reconstrucción arqueológica hubiera sido un terrible error.  Las cosas tienen su momento.  Mi teatro juega con la espontaneidad y lo que es espontáneo parte de la naturaleza misma del intérprete, es irrepetible.
Siempre conservo el susto, el sobresalto, la angustia desgarradora de la primera vez.
José Patricio Milián Martínez.
Dramaturgo y Director Escénico.

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