LAS CONFESIONES DE UN DIRECTOR DE ESCENA.
Por José Milián.
A propósito del estreno de
#LatomaTeatroEstudio45aniversario por @PEQUENOTEATRO89
Sí, claro que estoy trabajando
con jóvenes. Siempre lo he hecho. Cuando estrené la obra en 1970, todos eran
jóvenes y yo también. Siempre he pensado que aunque un tanto inexpertos, hay
algo virgen y espontáneo que se puede aprovechar para representar mis
personajes. También debo recordar que la juventud es siempre osada y eso tiene
mucho que ver con mi teatro. Quizás esa osadía me acarreó no pocos problemas,
pero es parte de la formación y de la experiencia que vamos acumulando.
Bueno, en el año 70 la obra fue
todo un suceso, yo pienso que se conjugaron muchos factores, hasta algunos más
allá de lo artístico, pero han pasado 45 años.
Yo he madurado y estamos en otra época. No pretendo reconstruir el
pasado, lo pasado ya está guardado en la memoria. He tratado de salvar de la
obra todo lo que tenga algo que decir en la actualidad, que es bastante. He tratado
de rescatar lo que escénicamente conserva valores o fueron hallazgos y también
debo decirte que debo ajustarme a las condiciones del espacio que es nuestra
sede, o sea el Café Brecht. Tiene sus
virtudes y sus limitaciones. A mí me
gusta la cercanía con el público, allí hemos trabajado por 26 años, pero debo
renunciar a la idea del “gran espectáculo” porque esa es la limitante principal
del espacio.
No quiero vender mucho de lo que
van a ver, quiero que sea una sorpresa. La sorpresa siempre ha sido una de las
características de esta obra y creo que de casi todas mis obras. He tratado de
que ese elemento no se pierda. Trabajo con los jóvenes en ese sentido. Todo el tiempo estoy poniendo sus talentos a
prueba. Por ejemplo, los personajes
siempre están alejados de ellos, física e intelectualmente, pero ese es el reto
para el desarrollo de los mismos.
No me gustan las
comparaciones. Será inevitable que lo
hagan los que la presenciaron en el año 70, o los que vieron los re-estrenos de
1990 y 1994, o los que vieron las funciones de mi amiga Mercedes García Ferrer
con su grupo, en 1987, pero no dejo que mis actores se prejuicien con las
mismas. Trato de que se sientan creadores en su totalidad de la caracterización
del personaje, trabajamos con libertad en ese sentido. Porque ellos son de este
siglo y tienen su propia visión del personaje.
Cambio lo que tenga que cambiar.
Soy el autor y me siento libre de hacerlo. Trabajo con absoluta libertad como
director. He tenido que sacrificar algunas escenas, algunos personajes, pero
creo que la esencia está y los valores que pudo tener ese texto no se han
traicionado. Al menos, yo no me siento traicionado como autor.
Creo que hacer una reconstrucción
arqueológica hubiera sido un terrible error.
Las cosas tienen su momento. Mi
teatro juega con la espontaneidad y lo que es espontáneo parte de la naturaleza
misma del intérprete, es irrepetible.
Siempre conservo el susto, el
sobresalto, la angustia desgarradora de la primera vez.
José Patricio Milián Martínez.
Dramaturgo y Director Escénico.
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